¿Estás atrapado en tu zona de confort? Es ese lugar donde hacemos las cosas sin pensar, como un robot, y enfrentamos cada día sin emoción. Parece fácil y cómodo, ¿verdad? Pero déjame decirte, ¡vivir en este estado mental puede alejarte del bienestar que mereces!
Y ¿Cómo afecta la zona de confort a nuestra vida? Imaginemos comer lo mismo todos los días, o pasar tiempo solo con las mismas personas, o hacer las mismas tareas en el trabajo. Sí, podríamos hacerlo, porque en realidad lo hacemos, pero también sabemos lo poco estimulante que es. Lo peligroso de estos hábitos y rutinas diarias e incluso los fines de semana, es que los adquirimos de forma paulatina y nos acomodamos, creamos nuestra zona de confort y nos convencemos de que es «nuestra vida» la que hemos creado y en la que estamos muy cómodos. Pero a menudo no lo estamos, es una falsa comodidad, tan solo es que estamos cómodos, solo que estamos en terreno conocido. Y como tenemos una tendencia natural a quedarnos en nuestro status quo y por naturaleza somos seres que tenemos resistencia al cambio, lo dejamos estar y así pasan los días, semanas, meses y años…con esto no quiero decir que las rutinas diarias y los hábitos no sean importantes ni necesarios, tan solo quiero decir que tenemos que ser conscientes de ellos y aprender a romper con la rutina cuando sea necesario. Vivir el presente continuo disfrutando de cada paso y haciendo que nuestra zona de confort no sea una prisión.
El peligro de la zona de confort es que de repente un día despertamos por cualquier causa y descubrimos que esta vida no es la vida que soñé, que estar bien no significa no hacer nada, seguir anclados en «lo de siempre» no es el estado ideal. Nos sentimos insatisfechos y con la sensación de no llevar las riendas de nuestra vida. La zona de confort y la procrastinación son nuestras peores enemigas y nos impiden avanzar más de lo que pensamos. Vivir con ellas puede llevarnos a tener una vida en blanco y negro, chata y aburrida.
¿Por qué nos cuesta tanto salir de la zona de confort? Porque enfrentarnos a nuevas situaciones del día a día, a los retos y posibilidades que van surgiendo, pone en juego nuestros recursos personales, nuestras resistencias y nuestro miedo al cambio. Sin ser conscientes que somos cambio y en el cambio. ¡Salgamos de la zona de confort! asumiendo que la vida y nuestro día a día son como son, pero que nosotros podemos transformarla, aprender de cada problema, de cada acontecimiento externo que nos obligue a cambiar, aunque nos cueste un mundo hacerlo. Salgamos de esa falsa seguridad en la que nos encontramos inmersos, en la que vivíamos autoengañados, instalados y procrastinando, para disfrutar de la vida que merecemos vivir. Aunque el miedo al cambio es el principal factor, existen otros elementos que nos impiden avanzar:
- La costumbre: Al ser personas de hábitos, tendemos a organizar nuestras vidas en torno a rutinas que no deseamos cambiar o no somos conscientes que las hacemos.
- El miedo al fracaso: Tememos experimentar cosas nuevas por miedo a fracasar.
- La pereza: Las actividades que requieren esfuerzo nos parecen tediosas, ya que nos encontramos muy cómodos en nuestra situación actual.
- La falta de confianza en nosotros mismos: Si no confiamos en nuestras habilidades, nos resultará difícil dar un paso adelante o correr riesgos, ya que si fracasamos, nuestra autoestima sufrirá un duro golpe.
Aunque podamos sentirnos cómodos en la zona de confort, es importante reflexionar sobre nuestra vida, nuestro trabajo y sobre todo, de nosotros mismos. Si descubrimos algo que no nos gusta, tal vez sea el momento de dar un paso hacia el cambio.
Salir de nuestra zona de confort no significa perder lo que somos y tenemos, sino todo lo contrario: expandir nuestros horizontes y aprender, experimentar. El cambio es sinónimo de crecimiento, por lo que nosotros somos los únicos responsables de nuestro éxito o fracaso. Para alcanzar el éxito, debemos ser capaces de gestionar nuestros miedos y asumir los retos. Para lograrlo, es importante cultivar herramientas como la perseverancia, la dedicación, la constancia y la pasión. Además, debemos mantener siempre la visión de nuestros objetivos.
«Tienes que aprender a sentirte incómodo. Tienes que estar dispuesto a salir de tu zona de confort y superar tus límites». Jesse Itzler.
PROPUESTA DE TRABAJO: algunos consejos para abandonar la comodidad y enfrentarte nuevos desafíos. Si deseas dejar atrás tu zona de confort o ayudar a otros a hacerlo, aquí te presento algunos consejos que te pueden ayudar:
- Enfócate en los beneficios que puedes obtener al tomar riesgos
En lugar de dejarte abrumar por el miedo, intenta adoptar una actitud motivadora para afrontar los riesgos y aprovechar las oportunidades que surjan. Siempre aprendemos y crecemos cuando nos arriesgamos. ¿Cuáles son tus miedos habituales para hacer algo nuevo?
- Rompe la monotonía y cuestiona tus hábitos
Comienza por experimentar pequeños cambios en tu rutina diaria para salir de la monotonía y adquirir nuevas experiencias. ¿Qué se te ocurre que podrías hacer hoy?
- Analiza tu día a día
Haz una lista de tus actividades cotidianas y reflexiona sobre el tipo de persona que eres y la que deseas ser. Si las decisiones que tomas no te acercan a tus objetivos, es hora de realizar algunos ajustes y caminar hacia tus metas. ¿Te atreves a cambiar?
- Identifica tus excusas
No te engañes con excusas que te impiden avanzar. Habla con esa parte de ti que siente miedo o pereza y demuéstrale que se puede estar seguro a pesar de las nuevas experiencias. ¿Cuáles son tus excusas más corrientes? ¿Cómo podrías superarlas?
- Busca apoyo en tu entorno
Busca rodearte de personas que te apoyen y te den confianza para enfrentar nuevos desafíos. Personas que no te juzguen ni presionen, pero que estén a tu lado en las duras y en las maduras. ¿Con quién o quiénes cuentas en estos momentos de tu vida?
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