La Gestión Emocional: Un viaje al mundo de las emociones

Las emociones, además de ayudarnos a estar atentos a nuestro entorno, también nos permiten conocernos mejor al identificar como reaccionamos a diferentes estímulos tanto internos como externos. La memoria retiene la experiencia a esas respuestas y nos ayuda a anticipar nuestro comportamiento en situaciones similares. Por eso, el primer paso para la gestión emocional es el reconocernos en lo que sentimos y cómo actuamos.

La gestión emocional es un aspecto fundamental en nuestra vida cotidiana. Aprender a manejar nuestras emociones de manera efectiva puede marcar una gran diferencia en cómo nos sentimos, cómo interactuamos con los demás, cómo manejamos las situaciones estresantes y que decisiones tomamos. Algunas ideas que nos pueden ayudar a mejorar la gestión emocional:

Identificar la emoción. El primer paso para una buena gestión emocional es reconocer lo que estamos sintiendo. Esto puede parecer muy simple, pero a menudo es lo más complicado. Podemos confundir nuestras emociones o, en muchos casos, intentar ignorarlas. Por eso, es fundamental e imprescindible contar con un amplio vocabulario emocional que nos ayude a desarrollar una mayor conciencia de las emociones y a identificar cómo somos cuando sentimos determinadas emociones.

Explora la Emoción. Una vez que hayamos identificado lo que estamos sintiendo, es importante explorar esa emoción. ¿Qué nos quiere decir? ¿De qué nos está advirtiendo? Las emociones tienen una determinada función para adaptarnos, advertirnos, protegernos… A menudo, nos están diciendo algo sobre nosotros mismos, nuestras necesidades o nuestro entorno. Al explorar las emociones, podemos empezar a entender lo que necesitamos para afrontar determinadas situaciones.

Respondemos a la Pregunta: ¿Qué Necesito? Después de reconocer y explorar las emociones, el siguiente paso es responder a la pregunta: ¿Qué necesito? Esto puede implicar necesidades físicas, como descansar o comer, necesidades emocionales, como consuelo o apoyo, o necesidades mentales, como necesitar un cambio de perspectiva o de pensamiento. Al identificar y atender las necesidades, podemos empezar a gestionar lo que sentimos de manera más efectiva.

Actúa en Consecuencia. El siguiente paso es actuar en consecuencia. ¿Qué podemos hacer para cuidar nuestra salud física, mental y emocional? Es uno de los momentos de la gestión emocional que nos aporta diferentes formas de afrontar lo que sentimos. Puede implicar hablar con un amigo, hacer ejercicio, practicar la meditación o buscar la ayuda de un profesional. Recordemos, que pedir ayuda y tomar medidas para cuidar de uno mismo, es parte de una sana gestión emocional. Las emociones también nos «hablan» de necesidades vitales y tenemos que escucharlas.

En definitiva. Tenemos que experimentar todas y cada una de las emociones. De hecho, es normal y saludable hacerlo. Lo importante es el cómo respondemos a estas emociones. Al afrontar y comprender lo que sentimos, estamos mejor equipados para gestionar cualquier situación que se nos presente, tendremos las herramientas necesarias. Así que recordemos, cuidar de nuestra salud emocional es fundamental para llevar una vida plena y equilibrada.

Imaginemos que desde pequeños nos hubieran enseñado a gestionar adecuadamente lo que sentimos, ¡imaginemos cómo sería la vida! Pero nunca es tarde para empezar. Con un poco de paciencia y practicar, practicar, practicar, todos podemos ser maestros de nuestras emociones y vivir en plena armonía con nosotros mismos y con los demás. Si además, contamos con un guía que nos acompañe en el proceso, esas emociones serán una fuente de información en nuestro crecimiento personal.

Cuanto más atentos estemos a nuestros sentimientos, mejor podremos gestionarlos

PROPUESTA DE TRABAJO: La Inteligencia Emocional y la gestión de emociones son como un espejo que te muestra tu verdadero yo.

1. Aprende a diferenciar lo que puedes controlar de lo que no, ¡y céntrate en lo que realmente importa! Te propongo crear un «emocionario», una especie de diario emocional donde anotas lo que estás sintiendo y por qué. Poner nombre a lo que sientes, cómo te hace sentir y cómo actuar ante este sentimiento. ENLACE

2. Pon toda tu atención en el aquí y el ahora, ¡es una receta infalible para encontrar la calma! para ello cuentas con la respiración consciente como una técnica siempre a mano, fácil de utilizar y muy barata. ENLACE

3. Reserva un ratito al día para lidiar con tus preocupaciones y evita que te roben la paz. Trabaja el diario de sentimientos como una herramienta muy poderosa de gestión emocional. ENLACE

4. ¡Encuentra tu escape emocional en la meditación, el yoga o cualquier hobby sano que te haga vibrar! ENLACE

Para seguir trabajando ENLACE

AFRONTAR LAS EMOCIONES NAVIDEÑAS

La Navidad es una época del año con una gran carga emocional. Los sentimientos que despierta son variados, y a menudo, contradictorios. Desde la ilusión y la alegría hasta la tristeza y la añoranza. La Navidad nos brinda una amplia gama de emociones que no siempre se ajustan a lo que se vive a nuestro alrededor. Las reuniones sociales y familiares son una oportunidad para disfrutar y reunirse con seres queridos, y compartir lo que somos y sentimos, Cada año es distinto porque nosotros y nuestras circunstancias son diferentes.

En esta época, la publicidad y todo lo que significa marketing nos incita a sentir solo emociones positivas como la ilusión, la alegría y la felicidad. Sin embargo, no hay normas para afrontar los sentimientos en Navidad. Si no te apetece estar contento o contenta, no pasa nada. Pero comunícalo a los demás para que puedan comprender el por qué actúas de ese modo.

La Navidad es un buen momento de celebración y también para la reflexión personal. Una temporada especial en el calendario. En todo el mundo, se celebra una de las festividades más importantes, especialmente para la comunidad cristiana. El nacimiento del Niño Jesús, es el motivo central de esta celebración. Pero a lo largo de los años, la Navidad se ha convertido en un evento que se celebra antes y después del 25 de diciembre. Desde octubre ya se nos comienza a presentar la Navidad y el mes de diciembre se ha convertido en un mes de festividades continuas hasta principios de enero. Ante esta realidad terminamos saturados y casi hastiados llegando incluso a aborrecer estas fiestas. Mas aún si estamos pasando por un momento complicado o. simplemente, no tenemos ganas de la «fiesta» que nos dicen repetidamente que hay que vivir

Por eso, la temporada navideña despierta emociones que sentimos de manera especial, a las que llamamos «emociones navideñas». Estos sentimientos son una mezcla de felicidad, temor, nostalgia, alegría, estrés, tristeza, amor e incluso preocupación.

Imaginemos que este año las festividades navideñas son distintas a las que estamos acostumbrados, por diferentes motivos, es importante aceptarlo para poder adaptarnos a la realidad y encontrar nuevas formas de disfrutar de la Navidad en la medida de lo posible. No estamos obligados a experimentar emociones positivas en estas fechas, pero si que podemos vivir la cercanía, el cariño, la compañía, una buena conversación…con los que tenemos a nuestro lada y con los que queremos compartir estos momentos. Recordemos que la nostalgia navideña suele ser temporal y puede desvanecerse después de las fiestas y que según la forma en que interpretemos las emociones puede influir en cómo las vivimos. La manera en que reaccionemos ante un sentimiento específico afectará su impacto en nosotros. Nunca es tarde para adquirir habilidades y herramientas que nos permitan desarrollar una inteligencia emocional saludable, también en Navidad. ¿Cómo?

  • Aprendiendo a manejar nuestras emociones nos ayuda a ser más conscientes de lo que sentimos, a identificar nuestros sentimientos, aceptarlos y controlar nuestra respuesta.
  • Reconocer estas emociones tanto en nosotros mismos como en los demás.
  • Aprovechemos esta época para celebrar y reflexionar sobre lo que realmente importa en nuestras vidas.

Disfrutemos plenamente de la navidad, del cariño y la felicidad que muestran los niños, de la alegría que se siente en las calles, de la música y las luces de la ciudad. Dejémonos contagiar por lo positivo, disfrutemos y, sobre todo, seamos felices.

¡Muchas felicidades a todos! ¡Feliz Navidad! Recuerden que siempre deben ser optimistas realistas y esforzarse mucho para lograr hacer realidad los sueños.

PROPUESTA DE TRABAJO: Aquí te dejo algunos consejos para manejar las emociones de la temporada navideña y de todo el año, si hace falta:

  • No te limites a decir «bien» o «mal». Identifica las emociones que sientes y reflexiona sobre ellas.
  • ¡Date un poco de amor propio! Si regalas a los demás, ¿por qué no regalarte algo a ti mismo?
  • No dejes que las expectativas te controlen. Crea tus propias prioridades.
  • No caigas en la trampa de la publicidad y el cine. La Navidad es imperfecta, ¡y eso está bien!
  • Di «no» a las invitaciones que no te interesen sin sentirte culpable.
  • Vive el momento presente, sin pensar en el pasado o el futuro. Recuerda que todo es temporal, y que la vida tiene altibajos. Comparte tu vida con los que más quieres.

LO MEJOR DE MI VIDA

Todo está en la actitud. Contamos con un potencial, unas habilidades increíbles y muchos conocimientos, pero sino tenemos la actitud positiva para ponerlo en práctica no lo haremos jamás o será a medio gas, sin mucha fuerza, flojito y sin sabor. Cuando hagamos algo, que sea dando lo mejor de nosotros y poniendo todo nuestro potencial, dejando la piel en ello, focalizándonos en nuestras fortalezas y cualidades. No nos merecemos una vida mediocre que nos desmotiva y apaga, nuestra automotivación en la vida debe ser hacer que todo lo que somos de valiosos lo pongamos en práctica para cambiar el mundo con pasión y entregándonos al máximo a nuestra misión en la vida, darle sentido a lo que hacemos y vivimos.

Seamos la mejor versión de nosotros mismos. Aunque esto suene a frase hecha de «Happy days» no lo es si realmente no buscamos ser un superhéroe o en algo que no somos. Se trata de desarrollar nuestras capacidades y habilidades al máximo, aprovechar nuestros puntos fuertes, y mejorar en las áreas que necesitamos trabajar. Pero sobre todo ser nosotros mismos, sin etiquetas ni falsas expectativas.

Básicamente, ser la mejor versión de uno mismo implica dar lo mejor de nosotros en cada situación, hacer las cosas lo mejor que podamos y terminar cada día satisfechos, sin perder nuestra identidad, lo que somos, pensamos y sentimos. A veces nos conformamos con hacer solo lo necesario e imprescindible para salir del paso y ¿realmente qué estamos mejorando algo con esto? No, en realidad estamos dejando pasar la vida sin aprovechar todo lo que puede ofrecernos, tanto a nosotros como a los demás. Los pequeños gestos como ser amable con un desconocido, ayudar a alguien en la calle o dar el 100% (o el 60%, no importa si es eso lo que en ese momento podemos dar, ese es nuestro 100%, pero darlo en todo lo que hagamos va a marcar una gran diferencia).


No importa en qué momento nos encontremos en la vida, siempre tenemos la posibilidad de cambiar el «mundo» aunque a veces lo veamos difícil, especialmente cuando los sentimientos negativos nos invaden por diversas situaciones y estamos estresados o liados con múltiples tareas que consideramos más importantes que nuestro propio bienestar o el de los demás, y podemos dejar que esto nos haga perder las cosas increíbles que nos ofrece la vida cada día. Si lo piensas bien, vivir a medio gas es simplemente pasar por la vida sin disfrutar cada momento y cada oportunidad que se nos presenta.

«No importa quién seas, no importa lo que hayas hecho, no importa de dónde vengas, siempre puedes cambiar, convertirte en una versión mejor de ti mismo»

Madonna

PROPUESTA DE TRABAJO: Te invito a realizar unas actividades que, para que realmente te ayuden a ser la mejor versión de ti mismo, tienes que convertir en hábitos de vida:

  1. El autocuidado como prioridad. Si estás bien, te sientes bien… podrás dar lo mejor de ti a los demás, pero recuerda, no es egoísmo, eres la única persona con la que pasarás toda tu vida. Por lo tanto, debes priorizarte, cuidarte, satisfacer tus necesidades y hacer lo que te hace feliz.
  2. Cambia tu forma de pensar si no te está ayudando a avanzar en la vida. Los pensamientos son los responsables de cómo nos sentimos, si cambias el pensamiento, cambias el sentimiento, es cuestión de actitud vital frente a las situaciones. Todos los días dedica un momento para ti y cierra los ojos, piensa en todas las cosas positivas que tienes en tu vida y sé agradecido. ¿Cómo te sientes después de ser consciente de todo lo bueno que tienes en tu vida? Escríbelo en el diario de sentimientos.
  3. Replantea las cosas que te hacen perder el control y te ocasionan malestar y hazte esta pregunta ¿Depende de mí? Porque suceden muchas cosas sobre las que no tenemos ningún control, y que no dependen de nosotros. Sin embargo, las queremos cambiar, sin entender que no depende de nosotros. Lucha, esfuérzate y mejora aquello que esté en tus manos. Y siempre pregúntate ¿Puedo hacer algo? ¿Depende de mí? si es así, adelante, pero si no lo es no gastes energía y esfuerzo en algo en lo que no puedes hacer nada.
  4. Sentimos todo el día, incluso soñando. No tengas miedo de sentir emociones desagradables: acepta que son lo que son, y en lugar de aferrarte a ellas o aumentarlas con pensamientos negativos, intenta observarlas de forma objetiva, aprende de ellas y déjalas fluir. Las emociones siempre nos advierten de algo, nos ayudan a adaptarnos y a prevenir, sino es así, aprende a cambiar el pensamiento negativo que las hace negativas.
  5. Vive cada momento como importante y conscientemente. No te limites a simplemente existir y dejarte llevar por la inercia del día a día, tenemos solamente una vida, no lo olvides. Vive y haz algo con tu vida que valga la pena. Encuentra tu pasión y enfoca todos tus esfuerzos en hacerla realidad. Recuerda que sólo tienes una vida, y ser feliz y sentirte a gusto contigo mismo es clave para aprovecharla al máximo.
  6. Podría seguir dando pistas, pero te toca a ti buscarlas ¿Qué te parece?

Para continuar trabajando ENLACE

TALLER «Aprendiendo a sentir»

«Conócete, acéptate, supérate»

San Agustín

Justificación: Partimos de la premisa de que las emociones nos permiten tomar conciencia del contacto que tenemos con todo lo que hay a nuestro alrededor. Conocer, conocernos y reconocernos en nuestro ser emocional nos abrirá a vivir plena e intensamente cada acontecimiento de nuestro día a día. Por este motivo, las emociones nos guían a la hora de la verdad para en la toma de decisiones. Por este motivo, tenemos que entrenarnos para adecuar lo que sentimos a las circunstancias sin dejarnos manipular por el mundo.

Las emociones son la que son: Miedo, ira, asco, tristeza, alegría y sorpresa, las sentimos y vivimos de forma innata y natural para adaptarnos a las circunstancias.

Objetivo: Entender y trabajar la conciencia emocional tan necesaria para aprender, comprender y expresar lo que las emociones nos quieren decir en cada momento y así, utilizarlas adecuadamente en nuestra vida y el ámbito educativo.

PROPUESTA DE TRABAJO: Comenzamos el taller con la dinámica: “Las tarjetas que preguntan” para practicar el arte de preguntarnos. Son las preguntas, no las respuestas las que nos indica el qué, cómo y para qué de las cosas y de la vida. Además, no solamente respondemos a la pregunta que me hace la tarjeta, sino que, además, lo compartimos con otras personas. Verbalizar lo que siento es un buen comienzo para una sana y buena gestión emocional.

Continuamos siendo conscientes de las cuatro dimensiones de nuestro SER: somos cuerpo, mente, sentimientos y espíritu. Todo lo que le hacemos a cada una de estas dimensiones le afecta para bien o para mal al resto. Desde nuestro ser corporal es mucho más sencillo lograr el equilibrio tan necesario para nuestra vida. Cambiar nuestro pensamiento y gestionar nuestros sentimientos. Finalmente, es en el núcleo de nuestro ser, el que nos hace únicos e irrepetibles, donde se encuentra nuestra esencia, el lugar donde residen los valores, los sueños, la VIDA…y que se nutre y nutre al resto de dimensiones. Aprendamos a cuidarnos y cuidar desde las cuatro dimensiones.

El siguiente paso en el taller fue una práctica de relajación desde la postura y la respiración consciente. ¡Qué importante aprender a parar, a callar, a simplemente estar!

Concluimos el taller con el juego de las “coronitas emocionales” en las que reconocíamos la emoción que llevamos en la frente por las reacciones de los demás, pero también nosotros ayudamos a los demás a reconocer la emoción que llevan. Terminamos uniéndonos a nuestro grupo de emociones y después buscando la emoción que me ayudaría a gestionar mejor la que en este momento llevo en la frente…una dinámica que se puede ampliar y reforzar con muchas más actividades: Historias por parejas o grupos de 4, diálogo con los de mi grupo para compartir cuándo y cómo me siento así, gestión emocional con otra emoción, reconocerme cuando siento esta emoción, buscar la respuesta a la pregunta ¿Qué podría hacer?…

“El conocimiento de uno mismo, es decir, la capacidad de reconocer un sentimiento en el mismo momento en que aparece, constituye la piedra angular de la inteligencia emocional»

Daniel Goleman

EXPRESIÓN EMOCIONAL

¿Por qué es tan importante expresar lo que sentimos? Comencemos diciendo que no solamente es importante, sino, totalmente necesario, si queremos tener una sana salud emocional. Partimos de la premisa de que es inevitable que sentir sentimos siempre, ahora bien, otra cosa es saber expresar lo que sentimos o expresarlo correctamente, sin negar o tratando de disfrazar eso que sentimos, ya que, si hacemos esto, lo único que se provocamos es que a la larga se tengamos problemas.

Expresar lo que sentimos es fundamental para procesar nuestras experiencias y vivirlas desde lo emocional con naturalidad y entendiendo lo que nos está pasando para poder gestionarlo o potenciarlo, según sea el caso. La expresión de los sentimientos nos sirve tanto para desahogarnos, como para cambiar los pensamientos negativos por positivos, si fuese necesario.

Tenemos que aprender a reconocer y reconocernos en lo que sentimos, lo que llevamos en nuestro mundo interior y que no siempre es ajustado a las circunstancias en las que vivimos nuestro ser emocional. Se trata de un proceso continuo y de observación de nosotros mismos, de autoconocimiento, que nos permita ir adquiriendo las habilidades necesarias para aceptar lo que sentimos, gestionarlo y aprender a actuar en consecuencia en distintos contextos, es decir, nos hace más competentes emocionales.

Las emociones siempre cumplen una función muy importante en nuestra vida porque nos permiten orientar nuestras acciones, reacciones, decisiones de manera eficaz. Además nos dan el conocimiento necesario para adaptarnos a distintos entornos y en contextos diferentes porque son una fuente de información: nos guían, asesoran, permiten entender aquello que te sucede a nuestro alrededor y en nuestro interior y, además, también nos permiten relacionarnos con los otros.

Expresar lo que sentimos es algo complicado porque no nos han enseñado a hacerlo y cuando lo hacemos las consecuencias no son las que deseábamos. Tenemos que aprender a exteriorizar los miedos, las angustias, las frustraciones, el amor, el perdón, el agradecimiento, etc. Puede que al principio nos cueste e incluso nos sintamos avergonzados, pero al terminar de hablar descubrimos sus beneficios: nos liberamos, conectamos con nosotros mismo y los demás, nos sentimos bien y relajados.

PROPUESTA DE TRABAJO: Vas a realizar un ejercicio de autoconciencia emocional siguiendo los siguientes pasos:

  1. Identifica lo que sientes: Se trata de poner nombre a la emoción que estás experimentando en este momento o en un momento muy próximo en el tiempo. Miedo, ira, asco-rechazo, tristeza, alegría o sorpresa.
  2. Piensa en cuál ha sido la causa: Tienes que preguntarte por el origen o motivo: ¿por qué me siento así? ¿Qué ha sucedido? ¿Ha pasado en otras ocasiones?
  3. Analiza los pensamientos que te vienen: los pensamientos son los que hacen que esas emociones se transformen en sentimientos y lo vivas en positivo o en negativo. Descubrir qué piensas, puede evitarte muchos problemas. Recuerda que cuando comienzas diciendo “Siento que…” estás comunicando un pensamiento, no un sentimiento. Ten en cuenta que los pensamientos son fruto de tus experiencias pasadas, vividas o aprendidas y que en este momento puede que no sean ciertos o incluso erróneos estos pensamientos. La gestión de lo que sientes depende de este momento.
  4. Escoge el mejor modo de expresar lo que sientes: Sea positivo o negativo lo que te generan estos sentimientos, tienes que expresarlos mediante palabras, conductas o incluso mediante la escritura. Pero expresa lo que sientes y mira cuáles serán las consecuencias de expresarlo o no y de qué modo hacerlo. Lo que sientes hazlo siempre en primera persona «Me siento…» y después añade un «porque…» tu conciencia emocional mejorará mucho.
  5. Establece el objetivo: pregúntate qué pretendes conseguir al expresar ese sentimiento. Desahogarte, resolver un problema, sentirte mucho mejor, eliminar tensión, compartir. etc.
  6. Regula la intensidad emocional: Si regresas a los pasos 3 y 4 verás que expresar las emociones con una intensidad inapropiada puede ser el origen de una situación problemática, por eso es importante gestionar lo que sentimos antes de expresarlo con alguna técnica: respiración, anclaje emocional, postura, tono de voz…
  7. Ahora te toca practicar, practicar y practicar: Mi recomendación es que comiences tus prácticas en el diario de sentimientos adquiriendo un buen vocabulario emocional y reconociéndote en lo que sientes.