El inicio de un nuevo curso es una emocionante oportunidad para crecer y aprender. A pesar de que el camino pueda presentarse como un desafío abrumador, es fundamental no ceder al miedo y abordar los retos con entusiasmo y motivación, siguiendo algunos pasos clave.
Es importante tener en cuenta que no estamos empezando desde cero, sino que ya hemos progresado bastante. Solo debemos recuperar los recursos, experiencias, conocimientos, etc. que ya tenemos y reflexionar sobre nuestra vida en este momento concreto.
Empezar desde lo que somos, lo que tenemos, lo que sabemos y lo que experimentamos. Analizar nuestro estado personal y emocional actual. Ser conscientes de cómo vamos a iniciar este nuevo curso y con qué recursos contamos. Este ejercicio es vital, ya que nos permite partir desde la verdad e identificar lo que tenemos y necesitamos.
Después de analizar detenidamente nuestra situación actual, es el momento de visualizar nuestros objetivos. Soñar, desear, imaginar… sin límites. La magnitud del sueño no importa, lo fundamental querer mejorar, crecer, transformarse y aprender.
¿Cómo hacer realidad estos sueños? Convirtiéndolos en metas y objetivos. Establecer metas a corto, medio y largo plazo nos acercará cada vez más a nuestras metas. Es fundamental que estas metas sean realistas, alcanzables y factibles.
Muy importante, crear un plan de acción sólido. Esto implica establecer plazos, identificar los recursos necesarios, anticipar posibles obstáculos y solicitar ayuda cuando sea necesario. Reconocer que el camino hacia nuestras metas será para todo el curso, requiriendo esfuerzo y dedicación. Por lo tanto, necesitamos establecer una rutina con horarios fijos para dormir, comer y trabajar, pero también para descansar, divertirnos, relajarnos y tomarnos un respiro, esto es crucial. Adoptar buenos hábitos y rutinas desde el principio del curso es importantísimo.
Planificar cuándo realizar cada rutina y tarea para aprender a priorizar y asumir la responsabilidad de nuestra vida. Puede que esta sea uno de las cosas que más trabajo nos cuesta, la gestión del tiempo.
Mantener siempre el enfoque en nuestro proyecto de curso puede ser complicado cuando la rutina y el cansancio nos absorben. Por eso, es fundamental mantener siempre la vista en las metas que queremos alcanzar. Es bastante útil programar una revisión mensual de nuestro plan de acción y evaluar el progreso para visualizar los logros de cada objetivo.
Convertir nuestras acciones en hábitos diarios requiere mucho esfuerzo para asegurar su permanencia en el tiempo. Buscar motivación en el proceso, celebrar logros y avances, aprender de errores y disfrutar de cada momento son clave. Asimismo, es recomendable y beneficioso romper la rutina de vez en cuando.
¡Comenzamos una nueva travesía emocionante! Y si tienes la oportunidad de hacer un curso de educación emocional, ¡mejor aún! Te equipará con las herramientas para abordarla con la chispa y la energía que tanto echamos de menos.
¡Este curso será una gran aventura!
PROPUESTA DE TRABAJO: Te propongo una actividad que te ayude a construir tu plan para este curso que comienza.
Empieza anotando en tu diario de sentimientos las cosas que ya no tolerarás en este curso, junto con lo que deseas mejorar, alcanzar y superar. A partir de ahí, crea un plan para encaminarte hacia tus metas, utilizando la motivación como tu fuente de energía. Aquí te presentamos algunas pautas para mantener tu nivel de energía en todo momento elevado:
Es fundamental tener claridad constante sobre qué es prioritario, de lo contrario, te resultará difícil saber por dónde empezar.
Establece plazos para cada paso en tu camino hacia el éxito; sin fechas específicas, el proyecto se desvanece.
Define cada meta de la forma más precisa posible.
Transforma tus deseos en objetivos concretos y enfocados en su consecución. Deja a un lado lo meramente mental y pasa a la acción, ya que ver los resultados alimentará tu motivación.
Evalúa y revisa tu progreso con un sólido plan de evaluación, tanto a nivel personal como profesional. Hazte preguntas como: ¿Cómo voy? ¿Por dónde voy? ¿Qué necesito? ¿Cómo me siento? ¿Qué me falta? Y responde a la pregunta: ¿Qué puedo hacer?
¿A quién no le gusta una buena fiesta? Es en esos momentos de fiestas y celebración donde encontramos una fuente inagotable de emociones y bienestar. Las fiestas no solo son esenciales para nuestra vida social, sino que también nos proporcionan un remedio efectivo para mejorar nuestro estado emocional. Los expertos explican que nuestros ancestros fortalecían sus lazos y garantizaban su supervivencia al unirse y moverse en su grupo de forma rítmica. Y es que, las celebraciones no solo tienen un propósito comunicativo, sino también uno instintivo y esencial: mantener el equilibrio personal y entregarse al compás de la fiesta.
Una «fiesta» es mucho más que una simple reunión; es la oportunidad ideal para dejar salir nuestro lado alegre y bailar. La atmósfera festiva se siente y se contagia. Compartir momentos festivos nos llena de sonrisas y nos conecta con los demás, aumentando nuestra felicidad. Un paso fundamental en nuestro crecimiento personal y emocional es encontrar la felicidad en todos los aspectos de nuestra vida. Cuando valoramos cada oportunidad, cada éxito, cada momento y lo celebramos, hacemos que la vida, nuestra vida se llene de luz, color e ilusión.
Cuando las fiestas son en nuestros barrios, pueblos, ciudades, nos conectan con nuestras raíces culturales, fomentando la socialización y fortaleciendo el sentido de pertenencia, de «comunidad».
Las fiestas pueden reducir el estrés y crear experiencias inolvidables que enriquecen nuestra vida personal y emocional. Nos encanta una buena fiesta, ya sea en la calle, en la plaza o en el recinto ferial. La música, el ambiente festivo y la alegría nos invitan a disfrutar del momento. Porque, compartir alegrías nos une y es a través de encuentros, conversaciones, recuerdos y risas a carcajadas cuando conectamos con los demás. Las miradas cómplices mientras se baila crean momentos especiales, incluso cuando algunos hablan de sus problemas o penas, lo hacen con una copa en la mano y una sonrisa en el rostro.
Participar en tradiciones, celebraciones y fiestas es una fuente de felicidad, emociones intensas y recuerdos eternos que nos hacen sentir vivos y parte de un pueblo. No lo pienses más, ¡disfruta de las festividades y únete a algo único! Las fiestas son mucho más que eventos sociales; son momentos que nos permiten reconectar con nosotros mismos y con los demás, celebrando la vida en su máxima expresión.
¡Que nunca falten las razones para festejar!
PROPUESTA DE TRABAJO: Algunos propuestas para vivir plenamente los días de fiesta y celebración:
¿Por qué celebrar? Elige al menos una razón para festejar durante las festividades.
¿Cómo hacerlo? Decide de qué manera celebrar las fiestas para reflejar tu personalidad y forma de divertirte.
¿Con quiénes compartir? Selecciona con quiénes deseas pasar las festividades, evitando actividades no deseadas. Es esencial rodearte de personas con las que realmente desees compartir estos momentos.
¿Qué actividades realizar? Las fiestas son una oportunidad perfecta para celebrar y preservar la rica cultura local, donde se expresan tradiciones, patrimonio cultural y religioso.
Un detalle importante. Aunque no seas un bailarín, la música es esencial en las festividades, ya que agrega alegría y entretenimiento a la celebración.
¿Qué prefieres? Bailes populares, conciertos de artistas locales o reconocidos, espectáculos variados con números musicales y verbenas, entre otros.
Pero sobre todo, comparte momentos, vive con intensidad los actos, ríe y baila, agradece y disfruta junto a otros.
La importancia de poseer una sólida inteligencia emocional es fundamental para preservar nuestro bienestar y salud emocional. En la actualidad, muchos problemas están estrechamente relacionados con la gestión de nuestras emociones y cómo vivimos cada una de las situaciones de nuestro día a día. Al valorar el papel de la inteligencia emocional, adquirimos las herramientas necesarias para comprender, regular y expresar nuestras emociones de manera saludable.
¿Por qué es tan Importante la Inteligencia Emocional? Porque nos permite:
Comprender y clasificar nuestras emociones.
Crear un entorno afectuoso y enriquecedor.
Aumentar nuestro desarrollo personal.
Alcanzar la felicidad y el éxito.
Beneficiar a nuestro entorno y a la sociedad en su conjunto.
Y todo esto nos afecta en nuestra vida diaria afrontando la vida con las habilidades necesarias que nos permiten identificar y gestionar las emociones tanto propias como las de los demás con naturalidad y sin provocarnos ansiedad o estrés. Además, nos permite comprender a los demás con la empatía: habilidad de ponerse en el lugar del prójimo, en diversas situaciones y afrontarlas de manera apropiada.
Contar con las competencias emocionales que nos permitan reconocer y reconocernos en lo que sentimos. Comprender que las emociones nos transmiten mensajes sutiles sobre nuestra situación actual, ayudándonos a realizar los ajustes necesarios. Y entendiendo que no podemos controlar las emociones, pero sí gestionarlas y aprender que no podemos resistirnos a ellas, que hay que manejarlas de manera eficaz.
Nuestra salud emocional mejora con algunas estrategias de Inteligencia Emocional:
Identificación de emociones: Detectando las emociones que aparecen en situaciones abrumadoras.
Reconocimiento y clasificación: Explorando el origen de estas emociones para manejarlas mejor.
Escucha activa: Prestando atención al mensaje que cada emoción nos transmite y actuando en consecuencia.
Gestión de errores y frustraciones: Identificando oportunidades en los fracasos y errores para aprender y crecer.
¡Invirtamos en nuestra salud emocional! Recuerda, invertir en tu salud emocional es una inversión que no solo nos beneficia a nosotros, sino también a todos a nuestro alrededor. Una persona emocionalmente inteligente puede enfrentar los desafíos de la vida con mayor resiliencia y optimismo. ¡Hagamos de la inteligencia emocional una prioridad en nuestras vidas!
¡Entender y entendernos en nuestras emociones es clave! Así podremos detectar cuando algo anda patas arriba, reconocerlo y buscar ayuda.
PROPUESTAS DE TRABAJO: No te sientas obligado a hacerlo diariamente, pero dedica tiempo a estas actividades y notarás como mejora tu salud emocional:
Reflexiona con preguntas clave y escribe todo en el diario de sentimientos:
¿Por qué me siento así?
¿Qué trata de enseñarme esta emoción?
¿Cuál puede ser el mensaje escondido?
¿Está siendo adaptativa o desadaptativa?
¿Cómo estoy gestionando ahora mismo esta emoción?
¿Cuál es la mejor manera de gestionar mis emociones ahora mismo?
¿Estoy repitiendo algún patrón?
¿Qué es lo que puede estar manteniendo la aparición de una experiencia emocional desagradable?
Explora actividades motivadoras: Encuentra actividades que te generen felicidad y bienestar. Actividades para promover el bienestar emocional
Solemos descuidar disfrutar de cada instante de nuestra vida entre tanto ajetreo diario y preocupaciones. ¡Pero las vacaciones nos ofrecen la oportunidad perfecta para saborearla con calma! En nuestro mundo acelerado, disfrutar de la vida es todo un reto, ¡las vacaciones son el campo de entrenamiento ideal para perfeccionarlo! ¿Por qué nos cuesta tanto vivir el momento presente a pesar de tantas cosas maravillosas con las que contamos y que nos rodean? Vamos a reflexionar en las razones que nos impiden disfrutar plenamente de la vida.
Disfrutar de la vida implica saborear el presente sin juicios ni sufrimientos, simplemente viviendo el momento y afrontando cada situación con flexibilidad y calma. La clave está en valorar lo que tenemos en lugar de anhelar lo que nos falta, evitando depender de futuras metas para ser felices. Vivir el presente, siendo responsables de nuestras acciones, gestionando las emociones y cambiando algunos hábitos y pensamientos limitantes, nos ayuda a no proyectar culpas en otros y a no ser una carga para quienes nos rodean.
La salud emocional consiste en elegir paz, armonía y felicidad por encima de la tristeza, la ansiedad y la desesperación. La inteligencia emocional no se mide por el número de problemas resueltos, sino por mantener la calma, independientemente del resultado.
¡Carpe diem! La vida es una aventura llena de experiencias increíbles ¡Así que no pierdas ni un segundo y disfruta cada momento con pasión!
PROPUESTA DE TRABAJO: Se trata de ser conscientes de las cosas buenas que nos suceden a diario y disfrutar mucho de la vida. No podemos obviar las cosas negativas o complicaciones del día a día, pero no es sano quedarse solamente con lo malo, tienes que ser justo y valorar lo bueno.
Todas las propuestas de actividades las escribes en el diario de sentimientos. Te ayudará a ser más consciente de tu presente, a disfrutar de lo que eres y a gestionar lo que te hace sentir mal.
La felicidad se esconde en los pequeños detalles que a menudo pasas por alto. Descubre la felicidad en las pequeñas cosas de cada día para iluminar tu vida aún más. Al finalizar la jornada, piensa y escribe al menos tres cosas por las que ha merecido la pena el día.
Haz una pausa para disfrutar de lo que tienes, sabes, vives y sientes: dedica unos minutos al día a algo que te haga sonreír, como saborear tu postre favorito o dar un paseo relajante. Busca el espacio y el tiempo para parar.
Cultiva relaciones auténticas: invierte tiempo para conectar con amigos y seres queridos, creando momentos especiales juntos. Repasa el día y recuerda los encuentros, momentos, conversaciones…que has tenido con las personas que quieres.
Vivir plenamente implica enfocarse en el presente y agradecer lo que tienes. Practica la gratitud, céntrate en tus valores y acepta lo que eres, sientes, piensas y haces, podrás liberarte de las emociones y pensamientos limitantes. ¿Por qué o a quién tengo que dar las gracias en el día?
Encuentra alegría en lo sencillo y trabaja en metas realistas, para que cada día sea un paso hacia la persona que deseas llegar a ser y el proyecto de vida por el que estás trabajando. Escribe los avances, aprendizajes, logros, etc de la jornada.
¿Qué nos impulsa a levantarnos por las mañanas? ¿Qué nos inspira a seguir adelante y por qué lo hacemos? ¿Para quién y con qué propósito? La respuesta está en la conexión entre nuestras emociones, la motivación y la inteligencia emocional. Estos elementos son esenciales para nuestro desarrollo personal y profesional.
Las emociones y la motivación están estrechamente relacionadas, siendo esenciales en la vida. La motivación nos ayuda a perseverar, a levantarnos tras una caída y a aprender de nuestros errores. Nos impulsa a realizar acciones extraordinarias desde nuestro interior, mientras que las emociones actúan como un motor en nuestro corazón que nos incita a actuar. Ambos elementos son vitales y se complementan perfectamente. Conocer y reconocer nuestras emociones, así como la fuerza de nuestra automotivación, son pilares de la Inteligencia Emocional, siendo la automotivación fundamental para nuestro crecimiento personal y profesional. En resumen, las emociones actúan como un motor motivador, de la misma manera que la motivación puede influir en nuestras emociones. Ambas son fundamentales para nuestro desarrollo personal, profesional y emocional. Las emociones tienen la capacidad de motivar de distintas maneras, ya sea de forma directa o a través de lo que deseamos. La alegría es la emoción primaria que más nos ayuda a acercarnos nuestras metas gratificantes y a aumentar nuestro optimismo frente a cualquier situación cotidiana. Si trabajamos para contar con un estado de alegría, mejorará nuestra motivación para lograr lo que deseamos.
¿Cómo lograr la motivación que necesitamos a diario? Los motivos que nos impulsan cada día son como peldaños que nos elevan para superar desafíos. Si estos peldaños no existen o fallan, todo puede desmoronarse. Por eso, necesitamos metas que nos trasciendan; hacer cosas que realmente nos hagan mejores personas y contribuyan a transformar el mundo en un lugar mucho mejor. Vivir el presente no es suficiente, necesitamos objetivos con un valor significativo para nosotros, convirtiéndose en una fuerza interna que nos impulse, nos llene de esperanza y nos guíe con claridad en nuestra vida diaria. Y es que, tenemos que vivir cada día, cada momento, cada experiencia con plenitud, enfocándonos en lo que nos hace crecer y avanzar. Reconocer nuestros logros y manteniendo un pensamiento positivo y realista que estimule nuestra motivación.
Cuando tenemos claras nuestras metas y objetivos, la pasión por alcanzarlos se convierte en una fuente poderosa de motivación, impulsándonos a la acción. La motivación se convierte en nuestra principal aliada para mantener la alegría, el entusiasmo, el optimismo y la determinación en nuestro camino hacia el logro de nuestras metas.
Porque la motivación es la que nos ayuda a establecer metas y objetivos en nuestra vida y a potenciar nuestro bienestar emocional y la realización personal que tanto anhelamos. ¡Encuentra lo que te motiva y deja que esa motivación te guíe hacia una vida plena y satisfactoria!
¡Cada día es una nueva oportunidad para avanzar hacia tus sueños!
PROPUESTA DE TRABAJO: Te propongo una actividad que te llevará algún tiempo:
Se trata de hacer un horario de motivación. Que al menos una vez al día dediques un tiempo y espacio para hacer algo que te motive, que te haga sentir bien. Puedes hacer un plan quincenal en el que marques una actividad cada día (es importante concretar el momento del día) y comprometerte a llevarlas a cabo. Al final de este tiempo, haz balance, reflexiona sobre los resultados y haz un nuevo plan (puedes repetir actividades)
¿Te gustaría fortalecer tus habilidades emocionales tanto a nivel personal como profesional? Te ofrezco cinco manuales de educación emocional resultado del trabajo emocional durante dos décadas y que podría ser la respuesta perfecta para ti. Libros publicados por la editorial PPC.
✅ «Emociones creativas» se compone de tres manuales llenos de actividades y prácticas diseñadas para mejorar nuestras habilidades emocionales. Basados en los cinco pilares de la inteligencia emocional de Daniel Goleman, unos recursos invaluables tanto para la vida personal como profesional.
✅ «Aprendiendo a sentir» y su «Cuaderno de bitácora», diseñados para preadolescentes, adolescentes y para adultos. Estos manuales son una joya para cualquier persona interesada en mejorar su competencia emocional. Con herramientas prácticas, para aumentar la conciencia emocional y mejorar nuestras relaciones personales y laborales.
✔ El primero es una exploración de nuestro ser emocional desde un enfoque práctico y experiencial a través de las seis emociones básicas según Paul Ekman: alegría, tristeza, miedo, ira, sorpresa y asco.
✔ Para conocer y gestionar estas emociones y lograr nuestro bienestar emocional. Terminando con el amor, que no solo es una emoción, sino una fuerza transformadora capaz de motivar y llevar a la acción.
✔ Este proyecto muestra cómo el amor puede generar cambios positivos, mejorando nuestras vidas y nuestro entorno.
✔ El segundo es el cuaderno de trabajo para realizar todas las actividades y trabajos sugeridos para adquirir algunas habilidades emocionales que nos hagan un poco más competentes emocionales.
✔ Ambos son un gran proyecto de educación emocional de centro, un buen plan de acción tutorial.
✅ Te invito a aplicar estos proyectos de educación emocional creativa, especialmente en el ámbito educativo, pero siempre trabajados, vivenciados y practicados en primera persona.
✅ Implementar estas prácticas no solo nos beneficia como persona, sino que también contribuye a un cambio positivo en el mundo, creando modelos y personas valientes dispuestas a cambiar desde el corazón.
¡Únete a esta revolución emocional y transforma tu vida y la de los demás!
La sonrisa es una de las formas más universales y simples para comunicar emociones, siendo un símbolo universal de alegría, amistad y cordialidad. No solo es una manera de expresar sentimientos, sino que también influye de manera significativa en nuestro bienestar y salud emocional. Sonreír es una respuesta instintiva que nos identifica como seres humanos, mostrando alegría, aunque, a veces, esa risa es nerviosa en situaciones de vergüenza, ansiedad o incomodidad. En este momento no nos enfocaremos en ese tema.
En múltiples ocasiones hemos visto la relación entre nuestro ser cuerpo, mente, sentimientos y espíritu. Cuando sonreímos, nuestro cerebro envía señales al cuerpo que provocan respuestas automáticas, generando sensaciones de felicidad y optimismo. La simple acción de sonreír libera endorfinas, serotonina y otros componentes que nos proporcionan una sensación de bienestar en todas las dimensiones de nuestro ser.
La sonrisa es un gran indicador para determinar si le agradamos a alguien, ya que nos revela una sonrisa auténtica, coherente con otras señales verbales y no verbales, lo cual facilitará la interacción (si nos interesa). También nos puede ayudar a suavizar un rechazo. Sonreír nos conecta con los demás. Es muy importante destacar que nos referimos a sonrisas verdaderas, no a las falsas, que suelen ser percibidas como insinceras y nos proporcionan muchas pistas sobre la persona con la que estamos interactuando.
Al sonreír, demostramos confianza y abrimos puertas a relaciones interpersonales, lo que genera confianza y propicia que otros se acerquen a nosotros. Cuando alguien ve una sonrisa, es más probable que responda de la misma manera y se acerque. Esta reacción natural proporciona bienestar, felicidad y optimismo, lo que facilita la creación y mantenimiento de nuestras relaciones sociales. Algunos estudios indican que las personas que sonríen proyectan una imagen más amable, educada y competente. Además, se ha observado que quienes sonríen suelen ser más productivos en el trabajo.
En nuestra rutina diaria, es importante regalar sonrisas, los resultados son prácticamente instantáneos, infalibles y realmente mágicos. Las emociones positivas que generamos se expanden a nuestro entorno.
Pero es que además, sonreír, contribuye al crecimiento de nuestra autoestima y nos ayuda a mantener una mentalidad positiva, lo cual, con el tiempo, nos aportar beneficios para nuestra salud. Beneficios que la ciencia está descubriendo. Tales como: su capacidad para reducir el estrés, combatir la depresión y mantener una actitud positiva frente a las enfermedades. Una sonrisa tiene el poder de ayudarnos a superar momentos difíciles, dándonos la fuerza y motivación necesarias para seguir adelante. Al mismo tiempo, nos aleja de la negatividad que generan los problemas, permitiéndonos cambiar nuestra perspectiva y enfrentar el día a día y los desafíos con una actitud más positiva.
Para experimentar los beneficios de sonreír, intentemos hacerlo de forma consciente al menos 5 veces al día y en distintos momentos.
Cuando nos sintamos mal, sonreír puede ser de gran ayuda, ya que este simple gesto comienza a generar emociones positivas en nuestro cerebro. No obstante, es importante recordar que debemos afrontar siempre nuestros problemas, pero hacerlo con una sonrisa puede hacerlo más llevadero.
Ayudar a alguien con una sonrisa verdadera puede ser un excelente medio para fortalecer nuestros lazos sociales.
Si notamos que estamos perdiendo nuestra vitalidad, es fundamental sonreír y colaborar con otros para contagiar esa alegría.
¿Por qué es importante sonreír? La sonrisa no solo mejora el estado de ánimo, sino que también ayuda al cuerpo a liberar cortisol y endorfinas, lo que conlleva diversos beneficios para la salud, como: Reducción de la presión arterial, aumento de la resistencia, reducción del dolor, reducción del estrés, sistema inmunológico fortalecido, etc.
En resumen, sonreír es una acción simple pero poderosa que puede tener un impacto significativo en nuestro bienestar. Es esencial que seamos conscientes de cuánto sonreímos y esforzarnos por hacerlo más a menudo, ya que esto puede beneficiar nuestras relaciones sociales, nuestro estado de ánimo y nuestra salud emocional. Además, sonreír puede fomentar un ambiente laboral más positivo y aumentar nuestra productividad en el trabajo.
La próxima vez que sientas una sonrisa asomando, no lo reprimas, deja que salga y sonríe. Una sonrisa ilumina el mundo
PROPUESTA DE TRABAJO: ¿Eres una persona risueña? Investiga lo que dicen quienes te rodean. Este será primera actividad que te propongo. Recuerda que la sonrisa se puede “crear”. Podemos aprender a sonreír y forzar una sonrisa, para aprovecharnos de todos sus beneficios. Te propongo tres recursos para practicar:
Busca un lápiz de madera y póntelo entre los dientes, y estate con él puesto durante al menos cinco minutos. Al hacer esto estarás activando los músculos de tu cara de la sonrisa. Si además hablas, mejorará tu dicción.
Ponte delante del espejo y sonríete durante al menos cinco minutos. Ensaya distintas sonrisas, hasta que encuentres una con la que te sientas bien. Si lo haces por la mañana empezaras además el día con muy buen humor. La persona más importan te de tu vida eres tú, que mejor que darte los buenos días con una buena sonrisa.
Sonríe cuando no hables. Sé consciente de que está pasando con tu sonrisa cuando estás con alguien y aprende a sonreír con naturalidad. A ver qué pasa.
Que estas propuestas sean como un entrenamiento de tu bienestar y notes si realmente sonreír mejora tu vida. Yo hace tiempo que lo hago y los resultados son increíbles. Recuerda, ante la duda, una sonrisa
¿Para la vida diaria? ¡Así es! La Inteligencia Emocional es esencial en todos los aspectos de la vida. Recordemos que su objetivo principal es promover nuestro bienestar personal y social todos los días. Sin embargo, trabajar el bienestar implica también lidiar con lo opuesto: el malestar. Es natural experimentar emociones negativas como miedo, ira, tristeza, frustración, dolor, enfermedad o la pérdida de seres queridos. Si desarrollamos las habilidades emocionales necesarias, estaremos más preparados para enfrentar los desafíos que la vida nos presente. Una persona con una sólida Inteligencia Emocional disfrutará más cada momento y gestionará de manera efectiva sus emociones en tiempos difíciles, tomando decisiones adecuadas y actuando con determinación.
La inteligencia emocional no es una habilidad exclusiva de algunas personas ni está determinada por la genética, sino que todos tenemos la capacidad de desarrollarla. La clave está en dirigir nuestra atención hacia nuestro interior y ser conscientes de nuestras emociones y pensamientos, este es el primer paso para aprender a gestionar nuestras emociones a la hora de tomar decisiones y ponernos en acción.
Para integrar la Inteligencia Emocional en la vida cotidiana, es fundamental aprender técnicas de autoconocimiento y autoobservación como punto de partida. De esta manera, podremos gestionar mucho mejor lo que sentimos, reducir el estrés y la ansiedad, y fomentar la comunicación asertiva y la empatía, también hacia nosotros mismos.
Alcanzar un alto nivel de inteligencia emocional no solo resulta beneficioso a nivel personal, sino también en nuestro entorno, permitiéndonos resolver conflictos con las habilidades necesarias para disfrutar de una vida plena y, al mismo tiempo, mantener relaciones saludables.
¿Cómo podemos lograr esto? La aplicación de la Inteligencia Emocional en nuestra vida implica varios pasos que debemos seguir uno a uno con paciencia, constancia y mucha, mucha práctica.
Primer paso: Observar: ¿Qué siento? ¿Cómo me siento? Reconocer nuestras emociones es la base de la conciencia emocional y fundamental para nuestro proceso de crecimiento emocional. Es importante estar atentos a lo que sentimos. Aprender a observarnos y conocernos mejor, ya que, a pesar de estar todo el día con nosotros mismos, a veces nos cuesta identificar ciertas emociones o preferimos evitar hacerlo por temor a sentirnos mal. Además, las emociones suelen venir mezcladas y nos resulta difícil de distinguirlas. Por eso, es crucial aprender a observarnos con sinceridad y sin prejuicios para poder afrontar nuestras emociones. Nos equivocaremos muchas veces, pero eso es parte del proceso. Podemos emplear diversas técnicas, como llevar un diario de emociones o practicar ejercicios de relajación y concentración, para ser conscientes de nuestras emociones.
Segundo paso: Comprender: ¿Cómo nos afecta lo que estamos sintiendo? ¿Cómo impacta en nuestro entorno? ¿Cómo influyen las emociones en nosotros y cómo las circunstancias afectan nuestra forma de sentir? Existe una relación recíproca entre emociones y situaciones, se influyen mutuamente. Entender nuestra dimensión emocional es muy beneficioso. Porque cuando comprendemos que las emociones están para ayudarnos en la vida podremos entender el por qué experimentamos ansiedad, miedo, alegría, vergüenza, entre otros, y en qué contextos nos sucede. Así, podremos anticiparnos y utilizarlo como un medio que suavice una emoción más intensa.
El tercer paso: Gestionar: ¿Cómo gestionamos lo que estamos sintiendo? Aquí nos adentramos en el núcleo de la cuestión, ¿Cómo reaccionamos a lo que estamos sintiendo? Si logramos ser conscientes de nuestras emociones y entender cómo nos afectan y cuándo, esto nos ayudará a gestionar mucho mejor nuestras emociones en nuestra rutina diaria. En este punto, el término «gestionar» es fundamental. Otros términos como «controlar» no son apropiados, ya que implican que debemos evitar ciertas emociones a toda costa o incluso ocultarlas. Un ejemplo claro es el miedo. Si, por ejemplo, estamos a la espera de una entrevista de trabajo y nos proponemos evitar sentir miedo a toda costa, esto provocará el efecto contrario y generará aún más surgiendo la ansiedad. En cambio, si aceptamos la posibilidad de sentir miedo, esta sensación puede surgir, pero a un nivel más bajo, e incluso podemos aprovechar sus beneficios para mejorar nuestro desempeño, ya que nos permitirá movilizar nuestros recursos y hacer frente al acontecimiento.
En definitiva, a medida que seamos más conscientes de nuestras emociones, será más sencillo elegir nuestras acciones de manera más apropiada en cada situación, aprendiendo a utilizar nuestras emociones y sentimientos en nuestro beneficio. Con el tiempo, dejaremos de actuar de forma automática y seremos más conscientes de lo que sentimos y cómo nos afecta. En caso de cometer errores, algo común en medio del ajetreo diario, es importante ser compasivos con nosotros mismos. Lo fundamental es extraer lecciones de esas experiencias para mejorar nuestra gestión emocional gradualmente. No debemos culparnos por lo que sentimos, pero sí asumir la responsabilidad de nuestras acciones al respecto.
Tenemos dos vidas. La segunda empieza cuando nos damos cuenta de que solo tenemos una
PROPUESTA DE TRABAJO: La Inteligencia Emocional no solo mejora nuestro bienestar personal, sino también nuestras relaciones, permitiéndonos resolver conflictos y mantener relaciones saludables. Te propongo algunas ideas para mejorar tu Inteligencia Emocional en la rutina diaria:
Expresa tus emociones durante el día para ganar perspectiva y aligerar tu carga emocional. Habla con alguien de confianza o emplea métodos creativos como escribir en tu diario de sentimientos.
Cuida tu bienestar físico ya que la salud mental, emocional, espiritual y física están interconectadas. Dormir adecuadamente, hacer ejercicio, alimentarte conscientemente y mantenerte hidratado son fundamentales para tu bienestar. Diseña un plan de autocuidado con acciones concretas y alcanzables.
Evalúa tus relaciones y elige aquellas que te aporten calma y bienestar. Rodéate de personas con las que puedas compartir tu vida y experiencias. Estas son tus personas vitales. Encuentra momentos para conectar con ellos.
Establece límites saludables al identificar tus necesidades y aprender a defenderlas. Reconoce tus límites, hasta dónde puedes llegar y cómo hacerlo. Establecer límites es un acto de amor propio, de respeto y valoración hacia ti mismo.
Dedica tiempo a ti mismo ya que eres una prioridad. La soledad puede ser una oportunidad para conocerte mejor, reflexionar y descansar. Encuentra momentos a lo largo del día para actividades como meditar, escuchar música y reflexionar con preguntas como ¿Cómo me siento? ¿Qué necesito? ¿Qué puedo hacer?
Acepta tus errores al identificar la intención detrás de tus acciones para liberarte de la culpa y asumir la responsabilidad. Los errores son oportunidades de aprendizaje que nos permiten corregir y crecer.
Introduce cambios en tu rutina diaria para evitar caer en patrones repetitivos. Descubre nuevos lugares, prueba actividades diferentes y varía tus rutinas para mantener la novedad en tu día a día.
Presta atención a dónde diriges tu energía a lo largo del día. Enfocarte en lo positivo fortalece los aspectos de tu vida que te hacen vivir el presente. Reconoce lo bueno que tienes cada día y antes de dormir elige tres eventos que hayan hecho que el día valiera la pena.
Permítete sentir y escucha tus emociones sin juzgarlas. La alegría, la ira, el miedo, la sorpresa, el asco y la tristeza son emociones vitales que cumplen funciones importantes en nuestra supervivencia y trascendencia.
«Pequeñas acciones diarias para mejorar nuestra salud emocional y bienestar personal» Aquí te ofrezco algunas recomendaciones para cuidar tu bienestar personal y emocional en tu día a día: Al despertar, deja que tu respiración despierte con conciencia, y con gratitud acoge el nuevo día con una sonrisa. En el ritual del aseo matutino, encuéntrate en el espejo, salúdate con vitalidad y deja que tu sonrisa ilumine el reflejo. Es crucial sintonizar con tus emociones a lo largo de la jornada; aunque al principio pueda parecer muy complicado, con la práctica lograrás equilibrar tu ser al reconocer y reconocerte en las emociones. Otro hábito beneficioso es regalarte amor auténtico, decirte palabras de luz, respetarte, valorarte y velar por tu propio bienestar. Con el tiempo, es esencial armonizar lo que deseas con las capacidades que realmente tienes y organizarte. Y al despedir el día, permite que tres momentos del día vengan a tu memoria, son esos por los que ha merecido la pena la jornada, agradece y deja que tu sonrisa sea la melodía que despida el día. ¿Qué te parece? ¿Se te ocurren algunos más? Pues adelante.
Sabemos de la importancia del autocuidado para mantener una buena salud física, mental, emocional y espiritual, pero a menudo no lo llevamos a cabo argumentando la falta de tiempo. Sin embargo, esto suele ser más una excusa que una realidad. A lo largo de la jornada buscamos tiempo para comer de forma saludable o hacer algo de ejercicio, pero rara vez reservamos un espacio para hacer reflexión interna y evaluar cómo nos encontramos, hacia dónde nos dirigimos, qué necesitamos… ¿Qué se esconde realmente detrás de la justificación de la falta de tiempo?
No se trata tanto de decir «no tengo tiempo«, sino más bien «no tengo tiempo para qué«. Cuando respondemos a la pregunta ¿Para qué? comenzamos a ser nuestra prioridad, este es el primer paso hacia nuestro bienestar. Tomar el tiempo para sentirnos y escucharnos es fundamental si queremos lograr cuidarnos, comprendernos, valorarnos y respetarnos.
En numerosas ocasiones, el pretexto de la falta de tiempo es una manera de conformarse, de no organizarse de forma más efectiva y de eludir responsabilidades, evitando así tomar ciertas decisiones. A menudo no hacemos todo lo posible para cambiar la situación, lo intentamos, pero flojito. Detrás de la excusa de ‘no tengo tiempo’, en realidad se esconde un ‘no quiero’ disfrazado de un ‘no me apetece’, ‘no me interesa’ o ‘no me gusta’…. En definitiva “no es una prioridad”, y si no somos nuestra propia prioridad ¿Qué ocurre? Que dejamos de ser los protagonistas de nuestra vida, por lo tanto, nuestra felicidad y salud, también la emocional, están principalmente determinadas por el entorno, las circunstancias, los demás.
Tomemos las riendas de nuestra vida y busquemos momentos para cuidarnos en nuestra rutina diaria. No justifiquemos nuestra falta de autocuidado con la excusa de no tener tiempo, porque esto no es nada más que miedo: a enfrentarnos con nuestra realidad, a tomar decisiones que nos lleven al cambio, a la falta de disciplina, porque cuidarse supone cierto esfuerzo, a reconocer que no somos quienes deseamos ser o a sentir decepción por nuestra situación actual. En resumen, se trata del miedo a aceptarnos tal como somos y, desde esta realidad, comenzar a dedicar tiempo para nosotros. Con lo cual, seguimos igual, hasta que llega el momento en que nos convertimos en robots que simplemente cumplen funciones sin ser conscientes de su desgaste personal y emocional. Un día estallamos y lo psicomatizamos, enfermamos. Nuestra dimensión corporal nos advierte que necesitamos urgentemente tiempo para cuidarnos. Pongámonos manos a la obra antes de que sea muy tarde.
¿Cómo vencer la excusa de ‘no tengo tiempo’?
Actuar es la clave principal y fundamental. Cambiar nuestra actitud frente a las cosas, comenzar a cuidarnos conscientemente con pequeñas acciones, dedicar un tiempo para nosotros todos los días y, sobre todo, querer encontrar formas de lograrlo. Lo motivacional es fundamental. Buscar la razón del para qué cuidarnos.
Priorizar: Identificar lo verdaderamente urgente en lugar de abrumarnos con todo lo pendiente, para evitar ansiedad. Algunos asuntos pueden esperar, mientras que otros son esenciales. Porque nuestro bienestar también pasa por dejar cosas sin hacer. Nuestra salud y bienestar son primordiales y, en ocasiones, urgentes.
Organizarse: Aceptar nuestras limitaciones, el autoconocimento es imprescindible. No podemos llegar a todo, el tiempo es limitado, y hay que planificar nuestras tareas diarias centrándonos en lo crucial. Reservando tiempo para uno mismo.
Evitar la automatización: Tomarse un descanso, ser conscientes del momento presente y de nuestras necesidades. Buscar la manera para estar presentes en lo que hacemos y buscar tiempos y espacios para parar.
Realizar tareas de manera ordenada y planificada: Con conciencia y enfoque, una a la vez. Obtendremos mejores resultados y disfrutaremos del proceso. Nos sentiremos mejor.
Recompensarnos al completar una tarea difícil. Estimulará nuestra automotivación.
Ser honestos: No obligarnos a hacer cosas que no nos interesan o para las que no estamos listos. Si no soy capaz o no puedo, decirlo. Es fundamental decidir lo qué podemos y queremos y qué no.
Evitar sobrecargarse con tareas que generen malestar. Recordemos siempre que la salud mental y emocional son prioritarias. Busquemos ayuda si es necesario y deleguemos tareas.
En resumidas cuentas. Cuando nos damos un tiempo para cuidarnos, ¡es como darle un abrazo a nuestro propio ser! Esto no solo nos hace sentirnos bien, sino que también es una inversión a medio y largo plazo en nuestra salud y bienestar. ¡Y no es solo eso! Cuidarnos es un acto de puro amor propio que se nota en nuestro entorno, contagiando positividad a nuestro alrededor. Aprender a cuidarnos es mucho más que satisfacer nuestros antojos del momento, es nutrir cada parte de nuestro ser: cuerpo, mente, corazón y alma. Preguntas como «¿Qué necesito hoy?», «¿Qué me falta?» o «¿Qué me haría feliz?» son las clave para impulsar nuestro bienestar diario. Así que, ¡dediquemos tiempo para nosotros, que nos lo merecemos!
El bienestar emocional debe formar parte de nuestra rutina diaria. Cuidarse es preguntarnos “¿qué necesito?” y actuar sin esperar para “cuando tenga tiempo”.
PROPUESTA DE TRABAJO: ante la excusa del tiempo que te pones para no cuidarte. Haz este ejercicio de reflexión y acción:
Frente a la falta de tiempo, la pregunta que surge es: ¿Dónde encontrarlo? ¿Es posible que no encuentres un momento en las 24 horas diarias y las 168 semanales para el autocuidado? ¡Es difícil de creer! ¿Vale la pena posponer tu cuidado? La respuesta es no, por lo que te pregunto ¿Qué acción concreta y alcanzable tomarás para reservar tiempo para ti cada día?
Habitualmente te saboteas y negocias contigo mismo diciéndote: Mañana empiezo, estoy cansado, no es el momento…Al final te estás autoengañando. Tienes que conocer tus debilidades, no olvides que tu principal enemigo eres tú. Sé firme en las decisiones que tomes. ¿Qué vas a hacer cuando pongas la excusa del tiempo?
Nunca debes compararte con otros. Por mucho que te esfuerces, tu vida y circunstancias son únicas. Debes cuidarte basándote en tu propia realidad, sin compararte con nadie. A menudo, abandonamos por no aceptar nuestras limitaciones. Tu tiempo es el que es. ¿Con qué cuantas para comenzar autocuidarte?
Por último, es importante superar los obstáculos emocionales: durante los días estresantes y agotadores, es normal que intentes justificarte. Sin embargo, en esos momentos cuando realmente necesitas mantener la fortaleza y recordar que cuidarte te traerá beneficios, ayudándote a relajarte y desconectar. Al hacerlo, liberarás endorfinas y adrenalina, proporcionándote la energía y bienestar que necesitas. Ten confianza en ti mismo. ¿Se te ocurre algún ejercicio para esos días difíciles y complicados? Te propongo dos: la relajación – concentración y un buen paseo por un entorno natural.
Al concluir una etapa, un proyecto, un curso, es fundamental evaluarnos. La autoevaluación nos brinda la oportunidad de reflexionar sobre nuestra vida durante ese periodo finalizado, identificando tanto aspectos positivos como áreas de mejora. Para realizar una autoevaluación efectiva, es importante enfocarnos en los objetivos que nos planteamos al inicio. Tener un proyecto de vida es clave, ya que nos muestra nuestro punto de partida, el propósito de nuestras acciones, el proceso seguido y los resultados obtenidos. No podemos evaluar lo que no tenemos. La honestidad y objetividad son fundamentales en este ejercicio de autoevaluación.
La autoevaluación es esencial para comprobar los resultados y consecuencias de nuestras acciones de forma objetiva. «La razón de ser de la evaluación es el servir a la acción», ya que nos permite comparar si avanzamos hacia nuestros deseos y mejorar nuestro proyecto de vida. tener una visión clara de nuestros objetivos a corto, mediano y largo plazo. Es un proceso continuo que no solo se limita a momentos específicos, sino que debe integrarse en nuestra rutina diaria para mantenernos alineados con nuestras metas y valores.
Además, la autoevaluación no debería verse como un ejercicio solitario. Compartir nuestras reflexiones con personas de confianza, como mentores, amigos o colegas, puede ofrecer nuevas perspectivas y consejos constructivos que nos ayuden a crecer. La retroalimentación externa puede ser un complemento valioso a nuestra autoevaluación interna.
Es el momento de la autorreflexión y autoconocimiento, de revisar nuestro proyecto de vida antes de iniciar una nueva etapa. La autoevaluación nos permite valorar si estamos avanzando hacia nuestros deseos y si estamos satisfechos con nuestros logros. Es esencial enumerar los logros, objetivos cumplidos y obstáculos superados de manera realista.
Algunas características de una autoevaluación exitosa incluyen:
Evaluar nuestro compromiso a lo largo del proceso, considerando la responsabilidad, tiempo dedicado, recursos utilizados y logro de objetivos.
Identificar fortalezas y debilidades, reflexionando sobre logros, desafíos y áreas de mejora.
Establecer metas para crecer personal y profesionalmente, identificando áreas que requieren nuevas habilidades o mayores responsabilidades.
Reconocer nuestro estado emocional actual, siendo empáticos con nosotros mismos sin justificaciones ni culpas hacia otros.
Valorar el grado de satisfacción personal para enfocarnos en los avances y logros obtenidos.
Revisar nuestro proyecto de vida para ubicarnos en el momento actual.
Finalmente, es crucial recordar que la autoevaluación no es un fin en sí mismo, sino un medio para un fin: el crecimiento personal y profesional. Nos ayuda a adaptarnos y ser resilientes frente a los cambios y desafíos que la vida nos presenta. Al cultivar una mentalidad de crecimiento y aprendizaje continuo, nos preparamos mejor para enfrentar el futuro con confianza y determinación.
Así que, la próxima vez que concluyamos una etapa, tomemos un momento para autoevaluarnos. Reflexionar sobre nuestros logros, aprender de los errores y trazar un camino claro hacia los próximos objetivos. La autoevaluación puede ser una herramienta poderosa para transformar nuestra vida y llevarnos más cerca de nuestros sueños.
La evaluación impulsa nuestro proyecto de vida, ya que determina lo que debemos lograr y cómo, así como lo logrado y su proceso.
PROPUESTA DE TRABAJO: De entre muchas actividades para trabajar la autoevaluación, te propongo una:
La diana de la autoevaluación. Consiste en puntuar algunos aspectos de nuestro proyecto del 1 al 5 (1 indica que ha comenzado pero nada más y el 5 que se a logrado) y ver los resultados. Es una herramienta de evaluación simple que te permite ver tu propio proceso de vida. Consiste en una representación gráfica que te ayude a visualizar de manera objetiva tanto tus fortalezas como las áreas en las que puedes mejorar. Fomenta nuestra reflexión mediante un enfoque cualitativo. No se emplean criterios de evaluación, sino que se trata de una herramienta que facilita la observación desde lo emocional pero de forma objetiva.
Algunos aspectos a evaluar:
Evaluar el grado de compromiso personal
Trabajo dedicado (Tiempo y esfuerzo)
Formación permanente y recursos utilizados
Actitud ante los problemas y dificultades.
Motivación e ilusión
Esfuerzo y entrega
Interacción con otros, cooperación
Otros
Al ser una evaluación personal, necesitas especificar, concretar y explicar cada uno de los ítem de la diana antes de evaluar.
Un ejemplo de diana
Ahora te toca sacar conclusiones, revisar tus metas y objetivos, tomar decisiones y celebrar los logros y avances por muy pequeños que sean. Hazlo por escrito en el diario de sentimientos.