El trabajo de la inteligencia emocional supone adquirir una serie de habilidades que, con mucha práctica, vamos aprendiendo y nos facilitan el logro de aquello que queremos ser y conseguir. Percibir y ser conscientes de lo qué siento y sienten los demás estando atentos a el cómo las expresamos y sus consecuencias, reconociendo las acciones que provocan, los pensamientos que generan y cómo nos afectan en nuestro día a día, aceptarlos y buscar soluciones con un buen plan de regulación personal. ¿Cómo nos sentimos? ¿Por qué? ¿Cuáles son sus consecuencias? ¿Qué puedo hacer para cambiar los pensamientos negativos que generan algunas emociones? ¿Qué necesito para lograrlo?
La cuestión no está en tener emociones, está en saber qué hacer con ellas para estar y ser mejores